Síntomas de deficiencia de zinc

Publicado en Salud

No es infrecuente tener niveles moderadamente bajos de zinc, pero la deficiencia grave es rara.

Los síntomas comprenden un aumento de la susceptibilidad a la infección, erupciones cutáneas, caída del cabello, escaso crecimiento en niños, cicatrización lenta de las heridas, acné, infertilidad masculina, poco apetito, disminución del sentido del gusto y del olfato, y posiblemente inflamación de la boca, la lengua o los párpados.

Una deficiencia crónica y más grave puede producir problemas de salud importantes, como retraso de crecimiento y maduración ósea escasa. El hígado y el bazo a veces están aumentados de tamaño. El tamaño y la función testicular tienden a disminuir. Pueden formarse cataratas, y el nervio óptico se inflama, afectando la visión de los colores. El oído también está afectado.

La carne es la mejor fuente de zinc, por lo que los vegetarianos estrictos son los grupos que tienen más posibilidades de ser deficitarios. La absorción de zinc es inhibida por los alimentos ricos en fibra, de forma que las personas que siguen dietas muy ricas en cereales integrales y fibras necesitan tomar suplementos separados de zinc.

El zinc se necesita en cantidades mayores en las mujeres embarazadas o que lactan. La deficiencia en el embarazo puede disminuir el peso del recién nacido, así como aumentar el riesgo materno de toxemia. Un buen suplemento vitamínico prenatal probablemente contiene una cantidad adecuada de mineral.

Las personas de más de 50 años no absorben bien el zinc y por ello no tienen una ingesta adecuada; por tanto, requieren un suplemento. Las personas alcohólicas suelen tener un mal estado nutricional, y además el alcohol disminuye las reservas de zinc.

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Existe una necesidad aumentada de la mayoría de minerales y vitaminas en las personas que están sometidas permanentemente a estrés. Las que han de ser operadas, presentan quemaduras graves, enfermedades consuntivas o una mala nutrición suelen necesitar mayores cantidades de zinc que la media.

Algunas enfermedades aumentan el riesgo de deficiencia de zinc. La anemia falciforme, la diabetes o la enfermedad renal pueden afectar al metabolismo del mineral. Las personas con enfermedad de Crohn, esprue, diarrea crónica o los niños con acrodermatitis enteropática también tienen necesidades mayores de zinc.

Alimentos ricos en zinc

Las ostras son extremadamente ricas en zinc. Algunas fuentes como los cereales integrales, las legumbres y las nueces tienen un buen contenido en zinc, pero la fibra de estos alimentos impide que se absorba bien.

Los alimentos en los cuales el zinc se utiliza mejor son la carne de vacuno, la carne de ave, la leche, el queso y el yogur. El jarabe de arce también es una buena fuente de zinc.

Fuentes suplementarias

Los suplementos de zinc están disponibles en forma de comprimidos orales. El gluconato de zinc es la forma más habitualmente usada en los comprimidos para luchar contra las infecciones de vías respiratorias altas.

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Hay que escoger presentaciones que no utilicen el ácido cítrico ni el ácido tartárico para darle aroma, porque esto parece disminuir su efectividad. Los tipos orales de zinc que mejor se absorben son el citrato de zinc, el acetato de zinc y el picolinato de zinc.

El sulfato de zinc es el que tiene más posibilidades de producir irritación del estómago. Las formulaciones tópicas se emplean para el acné y las lesiones cutáneas. El zinc oral no debe tomarse con alimentos que puedan disminuir su absorción, como el café, los cereales con fibras, las proteínas, el citrato, el calcio o el fósforo.

Los suplementos deben guardarse en un lugar seco y fresco, lejos de la luz directa y del alcance de los niños.